No habrá paz política en Venezuela mientras PDVSA no sea genuina y plenamente nacionalizada. Al frente del Ministerio de Energía y Minas, ni Alí Rodríguez ni Alvaro Silva intentaron el dominio político de PDVSA y, menos aún, la disciplina financiera de las actividades mercantiles de PDVSA. El futuro del país descansa en el control político de PDVSA. Perder PDVSA es perder la V República.
Veamos: de cada 100 dólares facturados y recaudados por PDVSA, 80 dólares son auto-asignados para sembrar el petróleo en el petróleo, mientras que los restantes 20 dólares le son residualmente concedidos al Estado-propietario. Pues bien, siendo que esos 20 dólares representan un 50% del total de los ingresos corrientes de la Nación, no es difícil concluir que el tamaño de los dineros corporativos es dos veces el tamaño del Fisco nacional.
Dicho en cifras del 2000: la factura petrolera consolidada fué de 54.000 millones de dólares, de lo cual PDVSA auto-asignó 41.000 millones (80%) de dólares para transferencia de renta al capital petrolero internacional y costos corporativos. Los ingresos corrientes la Nación para el 2003 son de 20.000 millones de dólares (de lo cual 10.000 millones son ingresos fiscales petroleros, al precio de 18 $/barril).
Tal asimetría financiera es la razón de ser del meta-estado PDVSA, afianzado en el poder petrolero del capital internacional. Sobran entonces razones para derrocar cualquier gobierno cuya osadía dejase al descubierto las inmensas cantidades de dinero estafado a la Nación y los groseros privilegios acumulados, no importando el daño patrimonial y pérdidas humanas que de nuevo causen los ideólogos de la desnacionalización de PDVSA y de su entrega al capital internacional.
Hay que evitar un nuevo 15 de Abril, cuando se validó la irnpunidad de los golpistas y se produjo la re-entrega de PDVSA a la meritocracia delincuente. Un gobierno revolucionario no puede agravar el empobrecimiento de la población aumentando impuestos: el dinero está en PDVSA. Las actividades mercantiles de PDVSA durante las últimas dos décadas son, en esencia, una estafa continua y agravada contra sus accionistas originarios, nosotros todos.