La visita de Uribe a Venezuela era algo de esperarse pues el Plan Puebla Panamá desde ahora Proyecto de Integración y Desarrollo de Mesoamérica, o Proyecto Mesoamérica, firmado en la X Cumbre del Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxtla (Declaración de Villahermosa 29/06/2008), impone “juntar” las piezas del rompecabezas energético mundial aparentemente desperdigadas. Es por esta razón y no otra que la Refineria de Amuay es el lugar preciso para el reencuentro de los mandatarios de Colombia y Venezuela.
El mapa energético mundial necesariamente incluye a Venezuela y a Chávez, pues éste -pese a la constante alharaca que acostumbra en nombre de la Libertad y el socialismo- es quien mejor ha jugado a la entrega de los recursos energéticos nacionales. Uribe está claro acerca del papel que como buen vecino debe asumir para que la red de gasoductos contemplada en el Proyecto Mesoamérica sea tejida a expensas de PDVSA y los venezolanos quienes, entretenidos en los dimes y diretes entre los mandatarios por causa de la Farc y los secuestrados, los archivos del computador de Reyes, las posibles implicaciones de Chávez en el caso del maletín viajero y los contratiempos de los inhabitados de un proceso electoral viciado, no alcanzan a ver lo que realmente está más allá de esta película de los amigos de siempre.
Desde esta perspectiva resulta comprensible el cambio de mensaje que Chávez asumió con respecto a la Farc y, por supuesto, el cambio con respecto a la política que habrá de seguirse con la futura administración estadounidense –sea cual sea. Todas las piezas del rompecabezas están dispuestas para quien quiera armarlo, todo se ajusta a la perfección; no en balde la tercera visita del candidato republicano John McCain a Colombia no sólo coincide con la liberación de Ingrid Betancourt y los restantes secuestrados, sino también con la aparente reactivación de la Cuarta Flota, expresión de esta suerte de entarimado necesario para que el encuentro entre Chávez y Uribe sea visto con agrado en tanto echa por tierra cualquier asomo de pugna.
La crisis energética mundial exige que Venezuela continúe el patrón entreguista y complaciente con el capital energético internacional; es desde esta perspectiva que Chávez es una de las mejores piezas que el Proyecto Mesoamérica tiene (él lo sabe y por eso insiste en continuar en el poder). Tanto es así que en apariencia puede ser combatido por la Casa Blanca, pero ninguno como él para garantizar la red de gasoductos, refinerías y extracción del petróleo hasta la última gota. De hecho, desmontar la estructura productiva venezolana es la estrategia para garantizar que Venezuela “requiera vivir a expensas del petróleo”; así, una economía cautiva del factor energético requerirá de su extracción para atender todas las restantes necesidades de su gente, incluso las más elementales como los alimentos, pese a poseer grandes extensiones de tierra aptas para la agricultura y la ganadería.
Comprender esta lógica tercermundista en el contexto de una realidad planetaria que exige el cambio del patrón energético, ofrece elementos para leer el afán chavista por dejar sentada la condición de reservorio de la Faja Venezolana; su explotación tal cual está “instaurada” convino en la entrega del 40% de las mismas al capital energético internacional mediante la figura de empresas mixtas, la misma figura que incluso pretende implementar Antonio Rojas Suárez -de ganar la gobernación del estado Bolívar-, argumentando la dotación de agua a toda la población.
Para hacer “posible” que esta sentida necesidad sea resuelta, pretende nada más y nada menos que “otorgar” la administración de nuestros recursos hídricos a una empresa extranjera. Requirió vueltas y vueltas para decirlo, amparándose en su condición de “ecologista” (Foro UCAB-Guayana, Día de la Tierra), lo que exige de los habitantes de la región a estar vigilantes, más que vigilantes pues tal “idea” -que es en esencia totalmente lesiva a nuestros intereses-, sin ambages sale a relucir porque las oportunidades electorales [1] son propicias para los reacomodos que a las multinacionales de la energía conviene. Más aún, este tipo de “gobernantes” es el preciso para desarrollar ideas neocolonizadoras, de allí la necesidad de mantenernos alertas con respecto a decisiones que desde el poder se orquestan en desmedro de nuestros derechos de pueblo soberano.
Las grandes empresas de la energía conocen perfectamente cómo aposentarse en las regiones poseedoras de recursos energéticos, de hecho los gobiernos existentes en dichas regiones hábilmente capturados son los que harán posible el Proyecto Mesoamérica que, en esencia, persigue la instalación de corredores energéticos para garantizar el mantenimiento de los patrones de vida y producción de un modelo ecocida. Ciertamente, el Proyecto de Integración y Desarrollo Mesoamérica tiene como objetivo según lo plantean “construir sociedades más prósperas con un impulso a la infraestructura mediante políticas de desarrollo con justicia e igualdad en la región mesoamericana, así el desarrollo de la infraestructura de transporte y comunicaciones, enfocado en la construcción y modernización de una red de autopistas, puertos y aeropuertos internacionales, es la base de este Proyecto (ex Plan Puebla Panamá) el cual tiene como una de las políticas claves -recomendada por el Banco Mundial- la Estrategia para el Desarrollo de los Estados del Sur (EDES), disminuir los costos de transporte de las mercancías y así hacer competitivos los productos de la región en el contexto de libre comercio internacional, fórmula encontrada para “integrar la región” al “sistema del mercado global”.
Tal concepción de integración basada en la línea productiva, obedece a la misma estrategia que a lo largo del tiempo el modelo de dominación ha empleado para hacerse de manera segura (y económica) de los recursos de los países pobres que, impulsados por la necesidad de mejorar sus condiciones de vida, asumen un proyecto como este con disposición y expectativa incluso en lo relacionado a salubridad; sin embargo, más allá de todo lo que se dice, está todo lo que se oculta: Mesoamérica es zona de riqueza en cuanto a biodiversidad y esa riqueza es la que precisamente lleva a que se busque la manera de hacerse del control sobre las mismas. Así los organismos multilaterales en razón del “interés general de las naciones” con total disposición de cooperación, administrarían estos reservorios de biodiversidad plenamente satisfechos.
La cruenta realidad impone la comprensión de los hechos implícitos en el Proyecto Mesoamérica ya que, como hemos visto, la acción de dominio que se gesta se está haciendo con la complacencia de los gobiernos de la región (incluso gobernaciones o alcaldías). Necesario es, entonces, asumir con propiedad el valor de la vida y el derecho de los pueblos a escoger su destino de manera de poner freno a una nueva pretensión de los que, sintiéndose amos del mundo, articulan estratagemas en su beneficio; no sólo a los fines del aprovechamiento de los recursos energéticos como petróleo, gas, carbón, uranio, sino, también con respecto a las fuentes de agua y reservorios de biodiversidad existentes en nuestras regiones.
La tierra no puede seguir siendo cubierta con redes de gasoductos; sin embargo, ello se pretende como alternativa energética de beneficio compartido para nuestros pueblos cual si efectivamente fuese cierto. Si alguna necesidad planetaria urge atender es la de alcanzar una atmósfera limpia como consecuencia de la disminución de gases efecto invernadero, salvaguardando los bosques y fuentes de agua. Necesitamos de un planeta para la vida y el mantenimiento de la vida, no para la muerte.
La racionalidad en la producción de lo necesario y la distribución igualitaria de alimentos y demás productos y servicios, es asunto que sólo requiere de la elevación de la conciencia planetaria que pasa por el sencillo hecho de reconocer el valor de las culturas ancestrales y la demarcación de los territorios indígenas. La advertencia que a lo largo del tiempo han venido haciéndonos con miras a su preservación, la hemos desoído y ahora el grito de la tierra nos trae amortajadas las consecuencias; sin embargo, aún estamos a tiempo de poner coto a este orden existente con nuestra voz y nuestras acciones…
Mientras perdamos de perspectiva la causa de las desigualdades existentes, seguiremos este rumbo alienado del confort que manteniéndonos separados de nosotros mismos nos somete y entrelaza a este modo de producción sustentado en la energía sucia y contaminante; con ello la real posibilidad de realización colectiva se obstaculiza, manteniendo bajo condiciones de dependencia nuestros pueblos. La condición de dominio requiere del armamentismo para acallar las voces y acciones de protesta, no es extraño en consecuencia que los gobiernos se apertrechen y en desfiles muestren el calibre de sus amenazas.
Desmontar la visión guerrerista mediante la que pretende la gerencia social, exige de los ciudadanos total convicción acerca de la real fuerza que se posee desde la condición de pueblo soberano. Comprender que nuestras vidas y nuestro destino dependen de nuestras acciones y nuestros recursos civilistas, impone la total exigencia de la desmilitarización de las ciudades y la resiembra y salvaguarda de los pulmones vegetales existentes. Combatir las componendas con respecto al manejo y administración de nuestros recursos energéticos, es asumir la resistencia de nuestros aborígenes.
Si algo quedó en claro con la reunión de los presidentes de Colombia y Venezuela, es uno de los doce ejes de integración propuestos por el Banco Interamericano de Desarrollo y la Corporación Andina de Fomento dentro de la estrategia de la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) que no es más que el desarrollo del Eje de Integración Andina que contempla no sólo el acuerdo del gasducto binacional [2], sino la construcción y financiamiento de toda la infraestructura exigida para transformar el estado Zulia en un auténtico enclave minero exportador, como estrategia de desarrollo exógeno (a través del Lago de Maracaibo y el Golfo de Venezuela, mediante el Puerto América) que permitiría vías ferroviarias y una profusión de nuevas carreteras por construir desde las minas de carbón por explotar a cielo abierto en Perijá, La Guajira y en el noreste y sureste colombiano, e incluso la hidrovía binacional río Catatumbo (Lago y Golfo) que nada más imaginar el recorrido de expansión contaminante sobre la región exige de toda nuestra fuerza para su rechazo, es el Plan Colombia en expansión; es el Proyecto Mesoamérica en implementación inmediata, sus efectos contaminantes serán inconmensurables no sólo por el impacto ecológico sino por la afectación sociocultural. Como ciudadanía consciente, hemos de desenmascararlo. A ojos vista sucede hoy la Cumbre PetroCaribe como estrategia de articulación de nuevas formas de participación regional en la explotación petrolera, más allá de la apariencia ALBA y ALCA que solo tienen de diferente el uso de una letra, necesario es trascender, no perdamos el rumbo de nuestro destino: ¡La Libertad!